"La larga historia de los títeres proporciona muchas pruebas de que son capaces de presentar cualquier tema: estos seres ficticios son llevados a la vida por deseo del hombre y se mueven y hablan y en cierto modo se vuelven humanos inspirados con vida para bien o para mal, para conmovernos o entretenernos."
George Sand
George Sand
Antes de iniciar el juego del teatro armamos nuestro escenario de aluminio y telones, de fantasías y sonrisas. Nosotros los titiriteros hemos llegado a cualquier latitud del territorio nicaragüense para presentar ante los espectadores el arte de los muñecos.El público infantil cree vivamente en el títere que se mueve en el espacio pequeño, sentado frente a nosotros espera atentamente a que empiece la función y una vez que entra en la dinámica de la historia es capaz de abrirse a lo exterior que lo rodea y reconocerse a sí mismo revelando sus más profundos sentimientos.
Cuando el niño o la niña asisten a un espectáculo de títeres están sumergiéndose en un mundo de infinita fantasía. Los personajes hechos de jícaros, papel, pegamento y tela cobran vida ante sus ojos y se convierten en amigos, en cómplices, en seres que construyen junto al pequeño espectador el mundo de lo fantástico.
Nosotros como Teatro de Títeres Guachipilín hemos apostado, en estos 34 años de vida artística ininterrumpida, a la creación de este mundo de lo imposible a través de la magia del títere. Desde nuestra fundación en 1981 decidimos llevar el maravilloso arte de los muñecos a toda la niñez nicaragüense, primero a través de la pantalla chica en el Sistema Sandinista de Televisión (1981-1984), después fuimos parte de las Brigadas Culturales movilizadas a los Frentes de Guerra (1983), luego haciendo giras por las escuelas y plazas de nuestras ciudades, y vino otra época y nos fuimos con las familias damnificadas por el deslave del volcán Casitas, entramos en contacto con niños y niñas en situaciones de riesgo y también entramos al mundo de las fiestas infantiles privadas. Organizamos festivales dedicados al teatro para infancia y juventud, para que las nuevas generaciones accedieran a otro tipo de recreación.
En el escenario de los títeres decidimos presentarle al público sus propias historias, las historias de la niñez nicaragüense, las que siempre nos han pertenecido de generación en generación. Hemos indagado en la oralidad de nuestro propio pueblo, en nuestra tradición, en nuestros colores, formas, gestos, en los modos de nuestra gente, decidimos aprehender de esta herencia y reinventarla para catapultarnos hacia la modernidad y diseñar espectáculos que a través de los temas y la imagen escénica dialoguen con el público infantil.
Con nuestras obras hemos procurado sumergir a nuestro público “(…) en un mundo donde la fantasía no tiene límite, pero si tiene raíces y tratamos de que nuestros personajes surgieran de nuestra realidad (…)”[1] para decirlo con palabras de Gonzalo Cuellar, director y fundador del grupo, y lo logramos en más de treinta espectáculos que hemos llevado a escena.
Con toda esta herencia a cuestas logramos transitar el camino por más de tres décadas, camino que hemos labrado en cada paso, en cada movimiento, en cada palabra, en cada emoción, por eso hoy al terminar cada función y guardar nuestros personajes en el baúl tenemos la certeza que las niñas y los niños llevan en sus ojos la llama ardiente que enciende su sonrisa, llevan con ellos una parte de nuestra esencia: la infinita magia de los títeres. Al cerrar el baúl después de cada función, nos damos cuenta que estos 34 años de ardua tarea han valido la pena, pues estamos convencidos que nuestro arte seguirá vivo en las sonrisas del público infantil de ayer y de hoy y seguirá vivo porque ya no es un arte solo nuestro, es un arte de todos y todas.
[1]Cuellar, Gonzalo: “Taller de Títeres Guachipilín. Chimbombo y las Manos” en Ventana, suplemento cultural del periódico Barricada, Sábado 4 de junio de 1988. p 16
No hay comentarios:
Publicar un comentario